martes 22 - octubre 2024

España avanza en su transición hacia energías renovables, pero requiere un impulso más rápido en la reindustrialización.

España y Portugal enfrentan el desafío de liderar la transición energética en Europa, aprovechando su capacidad para generar energías renovables y revitalizar su industria, pero también enfrentan obstáculos importantes que deben superar.

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Ventaja energética para el futuro

Históricamente, las regiones con acceso a combustibles fósiles baratos han disfrutado de una ventaja económica significativa. Hoy en día, esta dinámica está cambiando, y el acceso a «energía renovable asequible» se ha convertido en un factor clave para el éxito económico. Un aspecto crucial es que la industria debe estar cerca de su fuente de energía. Esta transición está impulsada por compromisos globales para alcanzar las cero emisiones netas para 2050, y España y Portugal no son la excepción. La Península Ibérica, con sus abundantes recursos renovables, está bien posicionada para capturar esta oportunidad si moviliza sus esfuerzos estratégicos. Todo esto se desprende de las conclusiones del Índice de Transición Energética e Industrialización realizado por McKinsey & Company.

La importancia de la transición energética en la Península Ibérica

La región de España y Portugal es especialmente vulnerable a los efectos del «cambio climático» y ha experimentado una desindustrialización más pronunciada que otras partes de Europa. Sin embargo, con sus ventajas geográficas y recursos naturales, la transición energética representa una gran oportunidad para revitalizar la industria y capturar el crecimiento verde. El potencial de producir «energía descarbonizada y de bajo coste» es una de las principales fortalezas de la región.

España y Portugal: liderazgo en energías renovables

España, en particular, ha tomado la delantera en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la integración de energías renovables en su matriz energética. En 2023, las energías renovables representaron el 22% de su mix energético, impulsado principalmente por la energía solar y eólica. Además, los precios de la electricidad industrial en España son competitivos, aproximadamente un 30% más bajos que el promedio europeo.

Sin embargo, para que esta ventaja se traduzca en una mayor competitividad industrial, es fundamental evitar sobrecargas fiscales y mantener los precios de la energía bajos. La infraestructura energética existente en la región también es clave para sostener esta transformación.

Obstáculos en la industrialización verde

A pesar de los avances en energías renovables, España aún se encuentra rezagada en la adopción de tecnologías limpias clave, como los vehículos eléctricos, el hidrógeno verde y los biocombustibles. Para alcanzar los ambiciosos objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para 2030, será necesario acelerar la implementación de estas tecnologías.

Otro desafío importante es la falta de inversión en investigación y desarrollo (I+D). Las inversiones en I+D en España representaron solo el 1,4% del PIB en 2022, una cifra muy por debajo del objetivo del 3% de la Unión Europea. Sin un aumento en la inversión en innovación, la industria española podría perder competitividad a largo plazo.

El impacto económico de la transición energética

El impacto económico potencial de la transición energética en la Península Ibérica es significativo. Se estima que la contribución al PIB podría aumentar entre un 10% y un 20% para 2030, con la creación de más de 1,5 millones de empleos. Además, los ingresos adicionales para el Estado podrían crecer entre un 3% y un 4%, y las exportaciones un 10% más para 2030.

España y Portugal tienen la oportunidad de liderar esta transición energética en Europa, pero para hacerlo, deberán superar obstáculos clave como la falta de inversión en I+D y la lenta adopción de tecnologías limpias. Si logran acelerar estos procesos, podrían capturar una parte importante del crecimiento verde y revitalizar su base industrial.

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