España y Portugal están en una posición única para liderar la transición energética y generar un crecimiento económico significativo, gracias a su riqueza natural y su infraestructura industrial madura. Tras décadas de desindustrialización, ambos países enfrentan ahora una oportunidad sin precedentes para capitalizar el «crecimiento verde» impulsado por la transición hacia un sistema energético de cero emisiones netas.
La necesidad urgente de mitigar los efectos del cambio climático ha llevado a gobiernos y empresas a comprometerse con objetivos ambiciosos, como el Acuerdo de París. En este contexto, la península ibérica, con su capacidad para producir energía renovable y su base industrial sólida, podría convertirse en un actor clave en la transición energética global.
Sin embargo, esta ventana de oportunidad es limitada. La rápida evolución del panorama energético mundial exige acciones inmediatas para que España y Portugal puedan establecerse como líderes en la producción de energía limpia y emerger como exportadores clave de energía en Europa.
Ambos países han establecido objetivos de descarbonización ambiciosos, pero para alcanzarlos será necesario acelerar significativamente el ritmo de la transición energética. Se requieren medidas concertadas en todos los sectores y una movilización sustancial de capital, estimada en unos 2,5 billones de euros para España y 500.000 millones de euros para Portugal hasta 2050. Estas inversiones se destinarían principalmente a ampliar la electrificación y la capacidad de energías renovables.
La capacidad de España y Portugal para descarbonizarse rápidamente podría brindarles una ventaja competitiva a nivel global, permitiéndoles mantener industrias intensivas en energía y capitalizar nuevas oportunidades en áreas como el hidrógeno verde y los biocombustibles. La península ibérica, con sus recursos naturales y su base industrial, está bien posicionada para liderar esta transformación, pero deberá actuar con rapidez para no perder esta oportunidad histórica.