El presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, ha lanzado una ofensiva para impedir el cierre de la central nuclear de Cofrentes, cuya clausura está prevista para 2030. En su opinión, la planta es crucial para la independencia energética de la región, que depende en un 45% de la energía producida por esta instalación. Este movimiento político se presenta como un desafío directo al Gobierno central de Pedro Sánchez y sus planes de transición energética.
La lucha por la soberanía energética
Carlos Mazón no ha ocultado su firme postura respecto a la energía nuclear, afirmando que es «más indepe que las juventudes de la CUP» en lo que a soberanía energética se refiere. Su gobierno, con el apoyo de la consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo, Nuria Montes, busca frenar los planes nacionales que prevén el cierre de la planta en 2030. Esta decisión se justifica por la falta de alternativas renovables suficientes para cubrir la demanda energética de la Comunidad Valenciana.
La central de Cofrentes: una fuente irremplazable
Montes ha subrayado que la central de Cofrentes genera el 45% de la electricidad que consume la región, destacando que el déficit energético de la Comunidad la obliga a importar más del 30% de su consumo total. Según la consellera, la planta está en condiciones de seguir operando durante al menos 20 años más, basándose en ejemplos de instalaciones gemelas en Estados Unidos que han prolongado su vida útil hasta 40 años.
«En energía, algo que se cierra en 2030 es prácticamente mañana», comentó Montes en un evento reciente del Forum Nueva Economía en Valencia. Esta afirmación refleja la urgencia con la que el gobierno valenciano aborda este tema, insistiendo en que la decisión de cierre no puede postergarse hasta el último minuto.
El impacto económico y medioambiental
La economía valenciana depende en gran medida de la energía generada por Cofrentes. Montes comparó la importancia de la planta con la ampliación del puerto de Valencia o el acceso al agua. Además, destacó que el cierre de la central supondría no solo una pérdida de capacidad energética, sino también un aumento de emisiones de CO2, ya que sería necesario recurrir a fuentes menos limpias como el gas.
Según la consellera, la central nuclear de Cofrentes permite ahorrar tres millones de toneladas de CO2 al año, lo que convierte su cierre en una decisión no solo económica, sino también medioambientalmente costosa. «Si no tenemos otras fuentes alternativas suficientemente implantadas, que no las vamos a tener, no habrá más remedio que acudir a las centrales de ciclo combinado y al gas», alertó Montes.
Un futuro incierto para la energía nuclear en España
Mazón y su equipo han puesto el foco en la expansión de la energía nuclear en países como Reino Unido, Bélgica y Suecia, donde se han aprobado proyectos para prolongar la vida de centrales o incluso construir nuevas plantas. En este contexto, el presidente valenciano ha pedido a la sociedad unirse en una «conjura» para preservar Cofrentes y garantizar la independencia energética de la Comunidad.