Las principales petroleras europeas, como BP, Shell y Equinor, están revaluando sus estrategias de transición energética, con recortes en sus proyectos de bajas emisiones de carbono y un claro giro hacia el negocio tradicional de petróleo y gas. Este cambio de rumbo se debe a la crisis energética mundial provocada por la invasión rusa de Ucrania, los elevados costos de los proyectos renovables y las dificultades técnicas. Las empresas se concentran ahora en generar beneficios inmediatos, lo que ha llevado a una desaceleración en sus inversiones en energías limpias.
BP reduce su apuesta por las energías renovables y refuerza el petróleo y gas
En los últimos cinco años, BP había iniciado un proceso de transformación con el objetivo de convertirse en un actor clave en el sector de las energías de bajas emisiones de carbono. Sin embargo, la compañía británica está ajustando sus planes, reduciendo el tamaño de su equipo de hidrógeno en Londres y paralizando 18 proyectos en fase inicial. La empresa se centra ahora en proyectos de petróleo y gas, con planes de invertir miles de millones en el Golfo de México y el Oriente Medio. Esto responde a la necesidad de mejorar sus resultados y recuperar la rentabilidad.
El CEO de BP, Murray Auchincloss, ha señalado que la empresa invertirá nuevamente en producción de petróleo y gas, distanciándose de la estrategia de su predecesor de reducir las emisiones y aumentar los activos renovables. Los recortes en el personal y la venta de activos eólicos y solares son parte de la nueva orientación estratégica. Los analistas se preguntan si BP tiene la capacidad de recuperar su crecimiento en petróleo y gas después de reducir su personal especializado en la división upstream.
Shell ajusta sus objetivos y reduce sus operaciones renovables
Al igual que BP, Shell también ha recortado sus planes en energías renovables, reduciendo su participación en proyectos de eólica marina flotante e hidrógeno. La empresa ha tomado la decisión de retirarse de ciertos mercados internacionales y ha reducido su objetivo de reducción de emisiones para 2030. Además, Shell ha comenzado a vender activos, incluida su participación en Select Carbon, una compañía australiana dedicada a compensar las emisiones de carbono.
El CEO de Shell, Wael Sawan, ha enfatizado la necesidad de mejorar los resultados a corto plazo y reducir la diferencia de valoración con respecto a sus competidores estadounidenses, como Exxon Mobil y Chevron. Aunque la empresa sigue comprometida con proyectos eólicos en curso, la falta de rentabilidad de muchos proyectos renovables está influyendo en su cambio de enfoque.
Equinor también revisa su negocio de bajas emisiones
Equinor, el gigante energético noruego, ha adoptado una postura similar, iniciando una revisión de su negocio de bajas emisiones de carbono. La empresa ha comenzado a desmantelar varios proyectos en fase inicial para centrarse en los eólicos marinos más avanzados. A pesar de este ajuste, Equinor sigue comprometida con algunos proyectos de hidrógeno y biocombustibles, buscando áreas donde la rentabilidad pueda ser alcanzada con mayor rapidez.
El panorama del mercado energético y la incertidumbre del futuro
La desaceleración de las inversiones en energías renovables por parte de las grandes petroleras europeas refleja las incertidumbres del mercado energético. La crisis energética y la creciente demanda de vehículos eléctricos están acelerando la transición hacia fuentes de energía más limpias. Sin embargo, las empresas no parecen dispuestas a abandonar completamente sus inversiones en petróleo y gas, a pesar de las advertencias sobre el incumplimiento de los objetivos climáticos globales.
Los inversores están cada vez más escépticos sobre la capacidad de los gigantes petroleros europeos para mantener sus beneficios a largo plazo. Mientras las empresas aumentan su inversión en petróleo y gas, la demanda de estos combustibles fósiles está comenzando a decaer, lo que genera inquietud sobre el futuro del sector.
La reducción de las inversiones en energías renovables y el retorno de las grandes petroleras europeas al petróleo y gas refleja la compleja situación del mercado energético global. Con el objetivo de mejorar sus resultados a corto plazo, BP, Shell y Equinor han ajustado sus estrategias, priorizando proyectos más rentables y reduciendo sus operaciones en bajas emisiones de carbono. Este cambio de rumbo pone en duda la capacidad de estas empresas para mantener su liderazgo en la transición energética.